miércoles, 28 de mayo de 2008

La voz del regalo

Estamos esperando regalos ¿Siempre o en determinadas circunstancias? Lo cierto es que muchas veces los regalos están ligados muy estrechamente al contexto, por ejemplo en Noche Buena o el día de cumpleaños. En esos casos hablaremos solo de regalos, claro que si al desenvolver el paquete nos encontramos con algo que no habíamos previsto, entonces hablaremos de sorpresa, un regalo que se conjuga con una sorpresa, que no es lo mismo que un regalo sorpresa. Un regalo que se conjuga con una sorpresa produce un sacudon anímico, una inestabilidad psíquica, pues ha violado al guardián de la razón que todo lo predice. El regalo, gracias a la dimensión “sorpresa” que lo sobrevuela y disfraza, se desliza, o desliza su mensaje cifrado en verso, transformado en poesía, directamente al inconciente. En cambio, un regalo sorpresa no produce un sacudon anímico, porque la sorpresa esta ligada al contexto y no al regalo, entonces la poesía del regalo se pierde y lo que se desliza al inconciente es la transformación del contexto, ahora es el contexto poético, contexto-poesía, lo que voltea al guardián.

La dimensión “sorpresa” puede producirnos dos efectos antagónicos: disminución anímica o potenciación anímica, es decir, tristeza o alegría. Esto tiene que ver con la música del verso, con el ritmo de la poesía, puesto que son los elementos que harán danzar al inconciente, a sus imágenes. Un regalo allegro no produce los mismos efectos que un regalo moderato. En este punto es necesario una aclaración: la sorpresa jamás esta ligada al lujo del regalo, sino a su poesía.

Como hemos visto, en el regalo hay música, hay un coro de voces que algo cantan, que algo dicen. El regalo dice cosas, el regalo es, también, un mensaje. El niño que le trae, a su abuelo, un regalo de vacaciones le esta diciendo a su destinatario “me acorde de vos, mientras estuve lejos”; el novio que le regala a su novia le esta diciendo, le repite como un tartamudo, “te amo” (los amantes no se cansan de tartamudear, de inventar su propio código). Así, ligado siempre a un contexto, un regalo siempre lleva coros que algo dicen. Es importante tener en cuenta eso porque el coro puede ser amplificado o reducido de acuerdo a las características del contexto (la acústica del lugar); es así como muchas veces un regalo queda sin voz, sin expresión, es decir, sin decir nada; otras veces, un regalo dice más de lo que quisiéramos. El regalo lleva una partitura y un mensaje coral que se ejecuta y se descifra, que se escucha. El regalo ingresa por los sentidos, y su música va haciendo giros y remolinos por las orejas hasta llegar al oído y deslizarse, ¡al fin!, arremolinado, a las profundidades del inconciente, donde actúa la sorpresa.

En el regalo hay ritmo, música, imágenes, voces, secretos. En el regalo se expresan códigos y ritos culturales: en qué circunstancias, cómo, a quien y de que manera se debe realizar una ceremonia, la “ceremonia del regalo”, la cual tiene un carácter religioso, místico. En el regalo hay un doble, y el rito, la ceremonia, da cuenta de él; es decir, las voces que cantan “te amo” (aquí se esta en presencia del doble, es decir, las intensidades, las vibraciones que circulan en el regalo) “van a amar” si, y solo si, el contexto lo permite. Un “te amo” molto vivace solo tiene éxito en un contexto “x”, mientras que un “te amo” moderato en un contexto “y”.

En el regalo hay voces y su escucha depende del contexto. La voz del regalo invocara a las emociones a partir de su intensidad; es necesario, por ello, escuchar su poesía hasta entrar en territorio del sueño.

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