jueves, 20 de diciembre de 2007

Te recorre signo, te recorre: apuntes sobre el signo intenso

La vida entre signos

Vamos por la calle y vemos marquesinas de colores, carteles luminosos –si es de noche-, reflejos en ventanas y en el agua; hay papeles tirados en las veredas, graffitis y pintadas en las paredes. Miramos hacia arriba y vemos que la luna esta rodeada de nubes. A lo lejos, escuchamos una sirena. Los autos avanzan o se detienen ante los cambios de luces de unos artefactos; nosotros también. Caminamos, lo hacemos sobre gordos trazos blancos que se intercalan sobre el asfalto.

Entramos a un cine. Una persona nos da un papel que le daremos a otra persona. Nos sentamos y vemos imágenes gigantes, rostros cortados, labios enormes que se abren ante nosotros, en una pantalla. Termina la película. Miramos a nuestro alrededor, vemos caras (todas distintas, aunque iguales, según Humpty Dumpty) y buscamos gestos ¿Qué hay en esos gestos?

Salimos del cine; volvemos a la calle y, tal vez, volvemos a casa…

Llegamos a casa, encendemos la computadora: vemos imágenes, texto, videos.

¡Nos conducimos entre signos! ¡Nos movemos entre signos!

Los signos son todo aquello que, cultura mediante -¡Abracadabra!-, se torna significativo. Nos pasamos caminando ¡Hasta durmiendo! Entre signos… Los signos son toda materialidad que se conecta con nosotros a través de nuestros receptores biológicos, son cuerpos que hacen conexión con nuestro cuerpo a través de nuestros sentidos (receptores biológicos). Los signos hacen conexión, establecen lazos con nosotros. Aquí me detengo, este es el punto que abordare aquí, puesto que en el lazo entre cuerpos es donde circula intensidad.

¡¿Más signos?!

Tal vez, la mejor taxonomía realizada sobre signos fue hecha por Charles Peirce, quien afirmaba que sin signos es imposible pensar, vivir y solucionar problemas de la vida cotidiana. Peirce habla sobre distintos tipos de signos: símbolos, índices e iconos son los más conocidos.

En Peirce hay una verdadera fascinación por los signos, Peirce esta envuelto en signos que lo conducen por el pensamiento, la vida… Es un enamorado de los signos.

Pero, con esta cantidad de signos no nos alcanza… Bien decía, nuestro enamorado de los signos, que estas materialidades tienen vida, es decir, tienen un recorrido vital: como un cuerpo, son jóvenes y vitales, rojos, bellos, exuberantes en un momento y, con el paso del tiempo, van envejeciendo y llegan a la muerte.

Hoy, hay nuevos signos y estos han puesto de manifiesto una propiedad que ha existido siempre en los signos de las artes.

Los nuevos signos son los que han nacido con las tecnologías electrónicas y han viajado hasta las tecnologías informáticas; claro, estas ultimas han producido más signos. Lo que tenemos que resaltar es que estas materialidades funcionan gracias a la intensidad, propia de los signos de las distintas artes.

Como nos advertía Peirce, no tenemos que olvidar que los signos están ligados a procesos cognitivos y, al ser materialidades, a la sensibilidad, a nuestro cuerpo. Por lo tanto, podemos decir que con estos nuevos signos se abren nuevos modos de conocer y sentir, percibir el mundo… Lo cual, seguramente, conduce a la emergencia de nuevas subjetividades.

Arte intenso

Las artes producen intensidades a trabes de signos intensos que desbordan la significación, la hacen temblar. El signo intenso es característico de las artes, de todas las artes. De hecho, la capacidad del arte (lo que muchos han definido como su función no comunicativa) de hacer reventar los códigos, de llenarlos de intensidad hasta hacerlos estallar, es lo que le otorga su valor micropolitico, de lucha, de resistencia. Una aclaración: toda obra artística es dinamita para los códigos, sin embargo, quienes, en las relaciones de poder, ocupan una posición dominante pueden definir, pueden crear, signos de protección, es decir, cómo interpretar una obra (un marco metacomunicativo, según Gregory Bateson)

Cuando vemos a un actor en escena no solo lo vemos y escuchamos, sino que lo sentimos ¡Pero cómo! ¡Si no nos esta tocando! No, no nos esta tocando, pero los signos (cuerpos que esta pariendo) nos están conectando. Hay un lazo entre el y yo, hay un lazo entre el y nosotros, un lazo de intensidad. Esa misma intensidad que recorre al signo, y recorre nuestro cuerpo, se presenta en la música y en las imágenes fotográficas y cinematográficas.

Es obvio que la intensidad es algo totalmente empírico que podemos sentir como una caricia. Cuando frente a una escena cinematográfica nos retorcemos o distendemos o sentimos cosquillas, podemos decir que estamos frente a un signo intenso. Claro, es seguro que la intensidad parezca propia de los signos sonoros: de la voz, de la música, entre otros. Sin embrago, vuelvo a señalar que la intensidad esta presente en todos los signos propios de las distintas artes, y en la intensidad de ellos reside su capacidad de crear “otros mundos”, de reventar los códigos, de hacerlos estallar en miles de partículas que se tornan semillas de las cuales brotara o brotaran, si encuentra/n cuerpos e intensidades que lo afecten, algo ¡¿Quién sabe qué?!

La producción global de signos o la globalsignacion

El capitalismo ha mutado a semiocapitalismo. La producción se ha orientado a la producción de signos, de imágenes y representaciones. El antiguo proletariado se ha transformado en cognitariado.

A través de interfaces graficas, signos amigables, en computadoras, cajeros automáticos,, teléfonos celulares y otros objetos con los que nos conectamos en el transcurso de nuestra vida cotidiana, estamos en contacto con signos intensos.

El semiocapitalismo, a través de las tecnologías multimedia, se ha apropiado de la producción de signos intensos. Un sonido, un reflejo en una marquesina en una pagina web, son signos intensos. El cuerpo de quien esta frente a una computadora, un iPod o un teléfono celular no es un cuerpo insensible, sino que es un cuerpo que recibe intensidades. La pregunta, en este caso, es ¿Qué tipo de intensidades? ¿En qué grados? ¿Son las mismas intensidades que recibimos frente a una pintura de Stupia, por ejemplo?

Es obvio que el cuerpo, que la trama nerviosa, necesita de estímulos. Quien esta sentado frente a una computadora programando, llenando planillas u otra cosa, recibe estímulos a través de signos intensos ¿El cuerpo anudado (lleno de contracturas y estresado) será producto de la intensidad poco vital de los signos intensos generados por el semiocapitalismo?

Reventar el código

El arte digital puede, también, como todo arte, trastocar nuestra percepción sobre el flujo virtual.

El semiocapitalismo esta llenando nuestras mentes de nuevas representaciones, esta poblando nuestras vidas de nuevos signos, pero lejos esta de llenar nuestros cuerpos de intensidades vitales. Aquí, en este punto, surge como una suerte de proyecto Magrite, el arte digital para trastocar nuestra percepción ciberespacial y cibertemporal ¿Hay alguna razón por la que esta palabra se ha evitado? ¿Hay alguna intención de mantenerla oculta y evitar, de esa manera, la reflexión sobre nuevos modos de experimentar la temporalidad?

Volviendo… El arte digital produce signos intensos en el ciberespacio y el cibertiempo. Allí el poder de resistir: el signo intenso es una granada al código.

Es importante reconocer que los modos de percepción cambian, se transforman; que nuestra sensibilidad cambia. Pero, nunca, jamás, el cuerpo se transforma en mármol porque el signo intenso siempre esta aquí, vibrando intensamente, para conectar nuestro cuerpo con nuestro mundo, para sacudirlo y suavizarlo.

1 comentario:

Evange dijo...

Llegué a esta isla de paso a descansar un rato..ahora seguiré mi camino, recorriendo sitios, conectando con otra gente y decodificando otros signos.

Te mando un beso enooorrrmee!! nos estamos viendo, eh?

Evange


Mandale saludos a Humpty Dumpty, jeje