viernes, 17 de abril de 2009

¡La inseguridad, también!

La situación de estos días es más que interesante ¿Cómo situarse aquí, desde que agenciamiento hablar, susurrar o tartamudear?... Intentar producir algún sentido acerca del pasar de las cosas que pasan, intentar, al decir de Foucault, una ontología del presente… Aquí, hoy, decido situarme en esto que llamamos “actualidad”… Pero, me gustaría proponer, en amistad con Derrida, pensar la actualidad en términos de artefactualidad, es decir, tratar de comprender que esto a lo que comúnmente se llama “actualidad”, realidad presente, no es más que un artefacto, un constructo y que, como tal, operan sobre su construcción determinados procesos y determinadas gramáticas.

Cristina K, Néstor K, la crisis mundial, “la inseguridad”, los pibes chorros, el sistema de justicia, todo va a parar al mismo tarro, sin distinción alguna. Pero lo que hay que observar allí es que todo es arrojado en el mismo tarro, en la misma cacerola, por cierto sistema productivo para cocinar un sentido determinado… Y entonces el sabor de nuestra actualidad da miedo. Bajo las gramáticas productivas de la derecha todo da miedo, hasta coger da miedo… ¡No vaya a ser que cogiendo me muera de amor, de exceso de vida! Y entonces, de alguna manera, imagino, que bajo las gramáticas de producción que operan en los medios de comunicación se construiría un enunciado semejante a “Murió en la cama, cuando se encontraba con su pareja… ¿Hasta cuando tendremos que vivir esto, esta inseguridad? –diría el o la “periodista” frente a cámara… Hasta cuando ¿Acaso el gobierno no dará respuestas?”… Las gramáticas actuales, provenientes de la gauchocracia (alianza entre medios de comunicación y los “gauchitos” que no tienen nada de giles) producen bajo el signo del golpe.

El presente, o esa parte del presente que construyen los medios, esa artefactualidad produce miedo, un miedo que no inmoviliza, sino que mueve cientos de cuerpos. El nuevo miedo no aquieta, sino que inquieta; y así, inquietos, cientos de cuerpos se juntan a reclamar seguridad, para poder reposar… El tele-poder mueve, porque el tele-poder penetra los cuerpos haciendolos, algunas veces, marionetas.

Esta artefactualidad que vivimos está tejida con los hilos del miedo. Como una gran tela de araña, pegajosa, que se despliega cada vez más gracias a los mass-media, atrapa y adhiere…

Entre tanto miedo y tanta inseguridad, entonces, tiene sentido que se diga “La seguridad se hace”… Seguridad/Inseguridad… Un término construye al otro: si existe “inseguridad”, entonces podemos proponer “seguridad”… La inseguridad no existe… Bueno, produzcámosla… Y ¡Vo
ilà! Los medios como sistema productivo.
Pero, en caso de que la inseguridad exista (todo lo que ya sabemos que varios hijos de puta nos legaron: desde Rocca, pasando por los milicos, hasta llegar a ese hijo de puta que reinó la década del noventa) la operación consistirá en vaciar su sentido y darle otro.

Saliendo del sistema productivo del sentido, en este caso mass-media, sacando la cabeza por la ventana (pero no por Windows), vemos que la inseguridad es otra cosa, la inseguridad es eso que los que ahora pretenden aniquilarla han creado.

“La seguridad se hace”, dicen algunos. La inseguridad, también (gritamos desde aquí). Y ya se sabe quienes la han hecho, quienes la han hecho e instalado como condición de vida de las clases populares de nuestra sociedad. Y ya se sabe, también, quienes hacen artefactualidad con ella. La inseguridad, es así, una creación de nuestro tiempo
.

¿Qué otras cosas se podran crear?...

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